“Hasta que sanemos la relación con nuestras madres al aprender a auto-maternarnos, continuaremos demandando de los demás, lo que no recibimos de ella”.
El vínculo con nuestras madres es crucial.
Cuando estamos apegados de forma segura a nuestras madres, aprendemos a amarnos y aceptarnos a nosotros mismos para que podamos convertirnos en la versión más auténtica y expansiva de quien estamos destinados a ser.
Desafortunadamente, este no es el caso de muchos de nosotros, que a través de diferentes circunstancias, crecimos maternados de forma insuficiente o desmedida.
Esta falta de crianza materna equilibrada nos llevó a cargar con heridas que se evidenciaron a través de emociones como la vergüenza, el dolor, la ira y la confusión; emociones que luego se proyectaron en nuestra vida, especialmente en nuestras relaciones.
La herida de la madre es la internalización de las creencias, patrones y traumas no resueltos e inconscientes de nuestra madre.
Crecer con una madre que llevaba a una niña interior herida significó que nuestras necesidades básicas de conexión, protección y amor no se cumplieron adecuadamente, causando una herida que llevamos hasta la edad adulta y que, en última instancia, limita nuestra capacidad de estar y sentirnos plenamente presentes, seguros y auténticamente expresivos.
Para sanar, debemos darnos el espacio para hacer el duelo por la maternidad que nunca recibimos mientras aprendemos a convertirnos en las madres que queríamos y necesitábamos para nuestra niña interior.
¿Cómo sabemos si tenemos la herida materna?
- Sufrimos de baja de autoestima
- Buscamos arreglar, sanar o rescatar a otros mientras nos descuidamos a nosotros mismos.
- Carecemos de un sentido de identidad y propósito
- Somos demasiado críticos con nosotros mismos
- Luchamos con la regulación emocional
- Constantemente buscamos la aprobación y validación de los demás (especialmente de nuestras madres)
- Estamos fuera de contacto con nuestras necesidades y deseos
- Somos demasiado dependientes o demasiado independientes
- Nos resulta difícil mantener los límites y luchar para decir “no”
- Somos complacedores crónicos, siempre buscamos agradar aún a pesar nuestro
¿Por qué debería asistir a este taller?
Si no sanamos, nuestra herida materna afectará nuestra autoestima, nuestras relaciones y la forma en que criamos a nuestros propios hijos.
A menudo, por miedo a repetir los patrones de nuestros padres, tratamos de hacer lo contrario de lo que ellos hicieron, lo que puede llevar a la crianza de los hijos de una manera reactiva e igualmente dañina.
Para aquellos de nosotros que no somos padres, la Herida Materna afectará nuestras relaciones cercanas, manifestándose en mecanismos de defensa inútiles o destructivos nacidos del abandono y rechazo materno no resuelto.
La niña interior herida, aún aferrada a la expectativa de la madre que necesitaba, buscará obtener todo lo que no recibió a través de fuentes externas, llevándonos a un ciclo interminable y agotador de lucha por el amor y la pertenencia.
La respuesta es ayudar a esa niña interior a llorar, aceptar y dejar ir estas expectativas, al mismo tiempo que crea un espacio seguro y amoroso dentro de nosotros mismos para que pueda sanar y dejar de sabotear nuestras vidas.
Este taller puede ayudarte a tomar conciencia de cómo y porqué tus heridas maternas aparecen en tu vida y dar pasos firmes para convertirte en tu propia amorosa y compasiva madre interior.